Final Fantasy 5: Lenna, la que protege
'Cause I have sent for a warrior from on my knees, make me a Hercules. I was meant to be a warrior please, make me a Hercules. - Sara Bareilles
Las posiciones de poder hereditarias ponen a los pueblos a merced de la invididualidad de los potenciales y efectivos soberanos, y removida esa capacidad de elegir, el destino de una nación queda en manos que son imposibles de predecir antes que detenten sus títulos. La reina Isabel de Baviera, más conocida como Sisi, no es que nació con eso sino que se casó dentro de la familia Habsburgo, pero es quizás la figura más importante de la realeza austríaca y no por pelear guerras sino por prevenirlas. Nunca tuvo que dejar de ser la chica criada fuera de la corte para poder usar su astucia personal y ambición para casar a sus hijos, tender lazos y formar alianzas entre reinos. Sí, para su consorte o el resto de la corte capaz que haya sido muchísimo cuando paseaba por el palacio con sus perros o pasaba tiempo con animales exóticos, pero lejos de ser algo decadente, se trataba de que el deber nunca le impidió ser ella misma. Esta mujer, eventualmente convertida en emperatriz, estuvo a la cabeza del Imperio Austro-hungaro y el detalle es que nunca dejó de ser como quiso, y más allá de si buscó o no la vida que tuvo, tuvo un talento único para moverse con el poder que le cayó encima.
Final Fantasy tiene una relación extraña con la realeza, donde muchas veces los juegos no se animan a explicar que hay malos gobernantes, y si son malos, son un imperio no un reino, o el rey está poseído. La saga está armada para el lado de que no haya rebeldes que quieran cambiar el sistema, sino luchar para que este se amolde a los valores del mundo natural. El cambio en el balance viene desde el poder, y es curioso que dentro de la saga hay una asociación de la realeza con lo femenino. A la princesa Sara, a Aria la dama del agua y a Rosa que eventualmente sería reina en FF4 se le suma Lenna en Final Fantasy 5, la princesa de Tycoon y el personaje más tradicionalmente femenino de este título. Su cristal representa la devoción, el agua, y el juego le asigna todos los valores que se asocian con el ideal femenino de la heroína: Lenna es noble, bondadosa, se preocupa por sus compañeros, y es linda pero recatada (guarda, ser sexy es de villana, acá no mostramos esas cosas). Además, para darle un pincelazo de personalidad, también ama los animales.
Final Fantasy 5 tiene esta particularidad de ser el juego que más mujeres jugables tiene, pero cuando empieza, tenes a Bartz, Galuf y a Faris quien pensas que es varón. En ese contexto, Lenna es “la chica” de un Final Fantasy tradicional, y lo cierto es que ella nunca sale mucho de ese rol. Lenna jamás será una protagonista porque no es la que toma las decisiones pero es indispensable por el rol que toma cuando apoya a los demás - cuando muere Syldra, es la que escucha a Faris y mantiene su cordura, cuando Galuf pierde la memoria, es la que se ofrece a llevarlo al cristal de viento, y es la que está ahí cuando alguien necesita protección. La piba tiene el rol en la trama de ser la que junta los pedazos cuando los demás se rompen, que sí, es medio básico y la deja con poco que hacer. Este es un juego escrito por dos varones que claramente pusieron su ideal de feminidad en un personaje y que realmente no subvierte las expectativas. Por ejemplo, Lenna no tiene un gran momento de cambio, de maduración o de ponerse en control, pero sí tiene un rol interesante para lo que es la temática del juego.
La dinámica entre los personajes, que es el corazón de Final Fantasy 5, es de estos cuatro viajeros que se cargan entre ellos pero en el fondo se bancan sin juzgarse y se mejoran a sí mismos por estar en compañía del otro. Lenna es el soporte emocional pero también es la que les recuerda por qué están peleando gracias a su conexión con los animales, con el mundo que juraron proteger y su contacto con los gobernantes de otros reinos. Ahí radica la fortaleza real del personaje, sabe que no hay una diferencia entre el todo y las partes, y que cada buen acto es una recompensa en sí misma. La piba es sacrificada, pero nunca de un modo que pretende algún beneficio. Así, la vemos ayudar dragones a riesgo de quedar envenenada, ayudar a refugiar moogles en un terrible incendio, y saltar siempre a la acción cuando hace falta proteger.
Lo primero que vas a pensar al leer ese último párrafo es “sí, esas son características de feminidad clásica, de la figura materna y protectora,” y tendrías razón. Pero, sin salir de ese molde Lenna hace algo más. Cuando está a punto de viajar al mundo de Galuf para ayudarlo a pelear con Exdeath, podés pasar una última noche en el palacio y tenés este diálogo con el canciller donde el tipo le dice “princesa, no se vaya, usted tiene una responsabilidad con el reino.” La princesa le responde no de mala leche, ni porque desee aventura, ni porque esté descontenta con su posición como realeza, sino que tira “Sí, pero más importante, tengo una responsabilidad con el mundo.” El personaje no será una subversión de tropos, pero es refrescante ver a alguien abrazar por completo quién es con absoluta comodidad y tomar control de lo que ocurre a su alrededor. No es una rebeldía, es poner las cosas en claro - justamente un privilegio de la realeza en la edad media.
En ese marco, vale la pena comparar a Lenna con Rosa, “la señora” de Cecil en Final Fantasy 4 que tiene valores muy similares y una devoción indiscutible por su chico, el salvador del mundo. Lenna, en comparación, no tiene un ship canónico y lo que se implica en las primeras horas de juego de que Bartz y ella tienen onda rápidamente va a ningún lado y la trama no lo vuelve a mencionar. En su lugar, Lenna muestra este amor en un sentido absolutamente platónico por el mundo que la rodea. Quedará en gustos pensar qué personaje es mejor o peor, o qué hubiera preferido uno que pase, pero lo lindo de Final Fantasy es justamente esto de hacer que los personajes y las temáticas “rimen”, sin pisarse - no es siempre lo mismo.
Un momento copado para remarcar de Lenna se da cuando Exdeath comienza a experimentar con el poder de The Void y destruir reinos, entre ellos el palacio de Tycoon. Para ese punto, Krile, Bartz y Faris están explorando la geografía del mundo que está cambiada, pero Lenna se queda en el palacio cumpliendo con las responsabilidades de ser la gobernante. Lenna es una de las tantas víctimas del poder del hechicero, y sus compañeros la dan por muerta, pero después ocurre algo copado. Lo que en otro videojuego hubiera sido un momento para meterse a algún dungeon y rescatar a la princesa, acá se subvierte porque ella se salva sola: su relación con su dragón hace que este elija protegerla y la ayude a escapar de un literal agujero negro. Cuando los guerreros de la luz la encuentran, no es que la rescataron ellos - incluso cuando ataca el demonio que le da caza, el dragón sacrifica su vida para protegerlos a todos. Ni bien la curas, la piba se levanta y vuelve a pelear a tu lado, pero lo que salvó al grupo fue lo que ella construyó. Para ser la típica princesa, es autosuficiente e independiente, y resiliente.
Un detalle menor: aunque la sigan llamado princesa durante todo el juego, esto es solo una formalidad porque no hubo ceremonia de asunción, pero en efecto es la que gobierna, y eventualmente será la reina. A Lenna le pasa algo parecido a Vegeta en Dragon Ball, que todo el tiempo se hace llamar príncipe de los saiyajin aunque sea el legítimo heredero y su padre esté muerto. Esto no es algo que los autores colgaron o no pensaron, sino algo que efectivamente funciona así - muchas veces un reino no tiene rey ni reina porque todavía no celebraron la asunción.
En la batalla final contra Necrophobe, Gilgamesh elogia le elogia a Lenna lo genuino de su cariño por los animales y el mundo. Antes de sacrificarse le pide que nunca pierda la pureza de su corazón, y tiene sentido porque esto es la esencia del personaje - ella no es que cambie dramáticamente su personalidad sino que abraza por completo su responsabilidad como reina y como salvadora del mundo simplemente porque es lo correcto - no necesita más motivo que querer hacer un bien por los demás para justificar que está ahí, peleando codo a codo con los otros guerreros de la luz. En ese momento de la historia no es personal, es lo correcto. Eso sí - una cosa que sí se lleva para cuando termina la aventura es saber que su padre la protegió hasta el último momento, que Faris es su hermana, y que sus amigos están para ayudarla, que es un mensaje bastante optimista.
Como Final Fantasy 5 se trata más del viaje que de los personajes, Lenna es justamente el personaje que más sufre por el formato. Esta no es una historia de encontrar el coraje, la fuerza, o una verdad oculta que transforme el mundo siendo que todas estas virtudes siempre estuvieron ahí en cada uno de los protagonistas. Pero, la consecuencia es que Lenna tiene el rol de cumplir con una trama donde ella muchas veces está presente, pero al ser la más callada, tímida y menos gritona, pareciera que tuviera menos cosas que hacer que los demás. El motivo de esto no es necesariamente que Lenna está mal escrita (¡Nada de lo que hace contradice su esencia!), y en beneficio de los dos autores, en realidad está bien el modo en que nunca juzgan a la princesa por ser más femenina, que no disminuyen su coraje, y que la trama no la castiga por ser una mujer. Se limita a decir “también hay pibas así.”
Sin embargo, Lenna es la que comienza a mostrar que el modelo de la piba devota, noble, la tradicional princesa del cuento de fantasía, no funciona del todo en un videojuego que es un medio activo, de interactividad, y donde al juego le pedís cosas para que los personajes brillen y que necesitas escenas que les permitan hacer cosas. Es indudable que para este punto Final Fantasy tenía un problema de princesas, y que la fórmula iba a requerir reinterpretar qué significa ser una una chica o poseer sangre “antigua”. La saga no volvería a presentar una princesa de nuevo por varios años, pero las pibas que “riman” con Lenna harían un mejor trabajo en el futuro en mostrar que en realidad la sensibilidad o el amor por los demás nunca podrían ser un problema sino que el conflicto real es no tenerlos.