Final Fantasy 6: Sabin, pura fuerza y corazón
Kept his right and left hand beefing, one knocking teeth in, the other one chiefing - MF Doom
Hay actores de cine que tienen problemas con ser encasillados y que todos sus roles los lleven a repetir sin mostrar su rango, y hay otros que se especializan al punto de ser sinónimo de lo que hacen. Enter the Dragon de 1973 terminó de confirmar a Bruce Lee como el rey absoluto del cine de artes marciales en el mismo año en que murió y dejó un legado de más de 30 películas donde nadie lo podía igualar. Quizás se pueda discutir si son formulaicas o predecibles pero al momento que los puños comienzan a volar está claro por qué hay algo oculto detrás del artista marcial: es un rey.
El primer Final Fantasy de 1987 ya nos presentaba el arquetipo de “monk”, un monje. Esta clase basada en las artes marciales destacaba por no usar armas ni armaduras, similar a su contraparte de D&D, pero a medida que avanzaron los juegos se la intentó condimentar con ideas como el uso de ki, o la capacidad de contraatacar cuando recibía un golpe físico, muy estilo aikido. Sin embargo, algo pasó en el mundo en 1991: Capcom lanzó Street Fighter 2, uno de los juegos más icónicos de todos los tiempos, y de repente los artistas marciales en los videojuegos comenzaron a parecerse menos a los juegos de rol y más a Ryu y Ken - incluso en Final Fantasy.
Así, el concepto del monk cambió. En otros juegos de la saga tenían el comando especial “kick” para golpear muchos enemigos a la vez, “build up” para acumular poder y dar un golpe demoledor o “chakra” para curar a sus aliados con ki. En FF6, las técnicas están agrupadas bajo el concepto de “blitz”, un arte marcial ficticio que toma su nombre de los ataques acelerados y violentos que surgen de sorpresa. Entonces, en el medio del combate te podés detener, seleccionar “blitz” y tocar “Abajo, adelante, ataque” y literalmente hacer una ráfaga de energía cual hadouken. “Atrás, adelante, ataque”, y sale una ráfaga de piñas.
Desde lo jugable, la clase presenta referencias a Street Fighter 2, pero también a Mortal Kombat o King of Fighters, cuyo primer juego lanzó ese mismo año. Esto va bien en línea con la identidad misma de Final Fantasy: prestá atención a lo que pasa en el mundo a tu alrededor y dejá que te inspire para crear algo único. Así, tenías un personaje que parecía sacado de otro juego pero que de algún modo encajaba y tenía una historia coherente con el resto del mundo. Esto es gracias a Kaori Tanaka.
Tanaka, alias Soraya Saga, eligió al monje como una de las clases que quería usar para hacer personajes y ahí plasmó a Sabin Rene Figaro, el menor de los hermanos de la casa Figaro. Tras la muerte del rey Figaro, él y su hermano decidieron con el lanzamiento de una moneda quién tomaría la decisión sobre el futuro del reino y Sabin resultó ganador. Lo curioso es que no eligió sentarse en el trono, sino que lo haga su hermano mientras él saldría al mundo a forjar su propio camino.
En los diversos flashbacks vemos a Sabin como un chico bastante más sensible que Edgar, pero también un poco inmaduro. Le cuesta aceptar que su padre está enfermo y se mueve con cierta melancolía por la vida familiar que nunca tuvo. Esto se contrapone muchísimo con su hermano Edgar, que si bien siente la muerte de su padre y también ansía la libertad a su modo, tiene un interés real en cumplir con su misión de ser rey. La gracia de Sabin es que ve esto, no lo resiente y elige vagar el mundo.
Casi todo su arco de ahí en más ocurre como lo vemos en la pantalla del juego y se parece al títpico manga shonen de los 80s y 90s del guerrero errante. Sabin, lejos de ser un yuppie o aprovechar su fortuna, se convirtió en un artista marcial ascético de la mano de Duncan que lo entrena junto a su hijo Vargas. Eventualmente ambos se enfrentan porque Vargas cree que su padre está por elegir a su compañero como sucesor, pero es solo su inseguridad la que lo lleva a esta conclusión apresurada . Sabin lo derrota y se convierte en miembro de los returners en la misma escena, y desde ese momento es un miembro fijo de la rebelión.
No es necesario más arco de personaje que esto, e incluso cuando le piden a su autora que comente detalles o curiosidades del personaje nos dice cosas como “le tiene miedo a las ardillas porque una lo mordió cuando era chico y la quiso alimentar". Pero, si sigue un personaje que es el apoyo perfecto en todas las secuencias. Por ejemplo, su aura bolt o aura cannon (depende la traducción) es una de las pocas fuentes de daño sagrado contra “no muertos”, sus ataques superan las defensas y casi nunca yerran, y en una partida regular es poco probable que el jugador promedio elija no tenerlo en su equipo porque sus mecánicas hacen que sea muy divertido usarlo: es un tipo fuerte, que destaca por hacer feats increíbles en pantalla. Un show.
Pablo “Pol” Vecchio está bastante de acuerdo: “El tipo le hace un suplex a una locomotora espectral”. Ese podría ser todo mi argumento de por qué me gusta tanto Sabin y estaría sobrado. Si bien los “monks” de Final Fantasy han realizado proezas sobrehumanas a lo largo de la franquicia - zamparte una piña después de dar la vuelta al mundo, saltar al mar para pegarle en la cara a una serpiente mitológica, tirar shoryukens con delfines -, meterle una toma de lucha libre a un leviatán de hierro está a otro nivel, tanto memético como memorable.”
“Hablando un poco en serio, el cariño por Sabin en el jugador se cultiva desde su escena de introducción: en plena lucha contra un enemigo a priori imbatible, aparece este chad que comparte peluquería con Guile, te dice que hagas un “hadouken” en el joystick y acto seguido ves como un rayo de energía salido de sus manos hace una cantidad de daño que no creías posible hasta ese momento. Después te enterás que el tipo podría haberse quedado en sus pagos para ser rey pero como es demasiado “basado” se fue a vivir a la montaña. En algún punto sostiene una casa al borde del derrumbe para que otra gente pueda rescatar sobrevivientes. Sumale lo del tren. El tipo es un poco la definición de “fan service”, pero qué lindo es,” concluye.
Por fuera del meme, la cuestión de realizarle un suplex a un tren en movimiento es un momento de los videojuegos que un poco trasciende la cultura popular. Incluso gente que jamás tocó FF6 reconoce la secuencia y se ríe de lo ridículo e icónico que es al mismo tiempo. Pero, esto es más la cereza en el postre una secuencia brillante donde Sabin conoce tanto a Cyan como Gau, que son complementos de su historia y forman una especie de pequeña familia entre los tres.
Tanaka dice que esto es a propósito: “Sabin, Gau y Cyan actúan como una familia sustituta: son dos niños que han perdido a sus padres y un padre que ha perdido a su hijo. Sabin, en particular, ve un aspecto de sí mismo en Gau. Y ambos comparten esa conexión con la naturaleza y lo que es natural. Incluso Terra percibe eso en Sabin cuando lo llama «oso dócil». Y parece un gran oso dócil, ¿no? (Risas).”
Esto es un poco el corazón de qué hace que Sabin sea especial a pesar de no ser un líder y ser el que acompaña: a su modo, también quiere ayudar a los demás tanto como a su hermano. Por eso mismo es que se une a los Returners, y por eso mismo es que cuando lo encontramos tras el fin del mundo, lo vemos intentando sostener una casa prendida fuego porque adentro hay un niño que todavía no pudo escapar. Sabin no piensa las cosas: las hace, y lo que es peor, le salen.
Esto da inicio a una secuencia por tiempo donde Celes (y quien la acompañe) deben salvar al chico en 6 minutos o perdemos. Pero, esto podría haber sido diferente. “Durante el desarrollo, para el evento de Tzen en el World of Ruin, originalmente si se acababa el tiempo Sabin se podía morir. Entonces, si volvías a Tzen con Edgar en tu grupo, iba a empezar una secuencia donde Edgar vagaba desoladamente por Tzen en el medio de la noche, buscando en vano a su hermano… “Estoy yendo… ¡Estoy yendo a salvarte!”, contó Tanaka.
“Pero decidimos que el World of Ruin ya tenía las suficientes historias oscuras, y cambiamos eso en la versión final del juego. Para los fans de Sabin fans, ¡es una suerte que lo hayamos hecho!,” concluyó. Un poco hay que darle la derecha: si bien se pierde “interactividad”, hubiera sido un montón después de las potenciales muertes de Shadow y Cid, y también es bastante in character que Sabin sea aquel que siempre está.
La última secuencia del juego dedicada a su arco de personaje se da cuando en la nave de Setzer volvemos a visitar la casa de Duncan. Este es un momento dulce: Sabin se reencuentra con su maestro, que elogia lo mucho que creció como artista marcial, y le enseña el blitz definitivo. Se trata de Phantom Rush, donde tenemos que hacer un círculo completo con el joystick para que el monje se arroje sobre el enemigo en un círculo de piñas, golpes y ataques que causarán un daño monumental, comparable al de un hechizo nivel 3. Su maestro lo felicita y lo manda a derrotar a Kefka con sus nuevas técnicas, dando a entender que él está demasiado viejo para hacerlo él mismo.
Sabin tiene un arco de personaje mucho menos dramático que otros y podría parecerse a cualquier personaje de videojuego de los 80s y 90s: un vehículo para que el jugador demuestre su habilidad y le permita recorrer el mundo. Pero, tiene esa cuestión medio Jonathan Joestar de Jojo’s Bizarre Adventure o Kenshiro de Hokuto no Ken que lo hacen muy atractivo con sus técnicas y proezas de fuerza que son visualmente increíbles. Además, en cada secuencia que vemos muestra que además tiene un diferencial en su enorme corazón y ganas de ayudar a los desprotegidos no por la política o la estrategia sino por sus propias manos. Es el más noble y desinteresado de todos, un héroe bien clásico… y sin embargo, Sabin no es el protagonista.